Pueblo chico, infierno grande
Abigail Guerrero
29 de julio de 2023
Mamá:
Me veo en la triste necesidad de escribirte cartas porque, como tú bien me lo advertiste, he venido a caer en un pueblo rascuache en medio del monte donde no se puede usar el internet ni el celular. Pero no porque los desconozcan, como tú lo supusiste, ni porque les falte electricidad, sino porque está prohibido. Tiene algo que ver con una leyenda local.
La gente en San Zacarías es supersticiosa, por no decir ignorante, y creen firmemente que los rumores tienen el poder de alterar el tiempo, los recuerdos, y al mismo ser humano. ¿Has escuchado alguna vez aquello que dicen de los pueblos muy pequeños? ¿Aquello de que ningún secreto es secreto y todo de todos se sabe? “Pueblo chico, infierno grande” dicen. Pues resulta que para la gente en San Zacarías el dicho no es un dicho sino una especie de maldición, y yo no sé cómo se supone que voy a trabajar con eso.
Con amor (y un poco de preocupación),
Minerva
Mamá:
Hoy comenzaron las clases y te puedo jurar que no hay un solo niño en mi curso que sea normal, ¿y cómo podrían serlo? Los niños en este pueblo no tienen permitido hacer preguntas ni responderlas, pues todo lo que digan y escuchen siempre estará sujeto a malinterpretaciones y las malinterpretaciones pueden convertirse en rumores. Así que hoy he pasado toda la mañana hablando sola, en un aula llena de niños con problemas graves de socialización, de comunicación, de aprendizaje. Es lo que me gano por querer ser maestra, lo cual en su momento tú me advertiste que era una pésima idea.
Pues bien, lo hecho, hecho está.
No queda más que sacudirse el polvo, mirar hacia adelante, y recordar que sólo tengo que estar aquí otros dos años hasta que pueda pedir que me transfieran mi plaza a la ciudad. A cualquier ciudad. Después de San Zacarías, ningún lugar puede estar tan mal.
Con amor (y mucha preocupación),
Minerva
Mamá:
No ha sido fácil, pero hoy por fin logré que los niños respondieran algunas de mis preguntas, que comenzaran a hablar. El secreto está en preguntarles cosas pequeñas, que no estén sujetas a interpretación. Sus colores y comidas favoritas, la cantidad de miembros que hay en su familia, si tienen mascotas o no. No es como si hubiera mucho más en sus vidas, en realidad. A los niños en San Zacarías no se les permite leer libros, escuchar la radio, ni ver televisión. Nada que pueda alentar su imaginación y motivarlos a inventarse cosas.
Historias.
Rumores.
No te voy a mentir, vivir en este pueblo es bastante deprimente y un tanto perturbador, pero creo que lo que de verdad importa es tener con qué trabajar, y siento que con el avance que hice hoy las cosas serán más sencillas de ahora en adelante. He decidido que pasaré esta semana contándole cuentos a los niños, y a partir de la siguiente les pediré que ellos escriban los suyos.
Con amor (y algo de esperanza),
Minerva
31 de julio de 2023
7 de agosto de 2023

Mamá:
Después de una semana contándoles cuentos, los niños finalmente han comenzado a tener ideas propias, a crear. Es increíble lo fácil que es liberar la imaginación de un niño cuando se les permite pensar. Poco a poco se han vuelto capaces, incluso, de hablar entre sí y bromear sin que yo tenga que pedírselo.
Entonces se me ocurrió una gran idea.
Me di cuenta de que puedo ayudar a los niños a que superen su miedo a los rumores si permito que hablen de mí. Que inventen historias, que digan lo que quieran, ¿qué más da? No es como si fuera a quedarme en San Zacarías por todo lo que me resta de vida, ¿verdad?
Con amor,
Minerva
Mami:
Tengo miedo.
La gente está molesta y hoy han venido a la escuela a quejarse de mí, a decir que por causa mía los niños hablan y dicen cosas que no deberían decir. Una mujer embarazada, que asegura haberse ligado las trompas hace ya varios años, cuenta que a su hijo le dio por andar diciendo que pronto tendría un hermanito y ahora ella está a punto de parir. Otra dijo que su perro muerto volvió a casa, ya medio descompuesto y con una pata colgándole de un jirón de piel, sólo porque su hija dijo que entre sueños lo escuchó aullar, pidiéndole que saliera a jugar con él.
Pero lo peor es lo que se dice de mí.
¿Recuerdas que le dije a los niños que podían inventarse rumores sobre mí? Pues lo hicieron. Pero no era la clase de rumores que creí que unos niños de primaria pudiesen inventar. Son historias extrañas, historias que dan miedo. Historias de muerte, de tortura, de secuestro. Historias sobre que vine a esconderme a este pueblo después de asesinar y cocinar a todos mis parientes y comérmelos. Y la gente en San Zacarías se lo cree todo, por supuesto, y le han pedido a la escuela que me quite mi puesto.
Me dijeron también que llamarían a la policía si no me iba del pueblo. Pero, ¿sabes qué? Comienzo a pensar que quizá sea lo mejor. Sí, que venga más gente del mundo exterior para que los hagan entrar en razón, para que le pongan un fin a esta locura, a este infierno.
Extrañándote,
Minerva
A mi madre, si es que tengo una:
Hoy por la mañana, al despertar, me di cuenta de que he vivido más de diez vidas diferentes. En la mayoría tengo el mismo nombre, pero en otras es sólo un alias para ocultar quién soy, de dónde vengo, a dónde pensaba ir después de dejar este lugar. En algunas vidas he sido una buena persona, y en otras tantas hice cosas que no puedo ni nombrar. Recuerdo cada tragedia, cada ilusión, siento el dolor de cada una de mis pérdidas. Cargo con la culpa de cada crimen, me arrepiento de cada error.
Ya no puedo diferenciar lo que es mentira y lo que es verdad, y no sé si la madre que creo recordar alguna vez existió, pero si eres real, y si aún sigues con vida, quiero decirte adiós.
Mientras escribo esta última carta, puedo escuchar una turba de vecinos enfurecidos acercándose a mi edificio, rodeando mi habitación, y sé que la policía viene en camino porque escuché un rumor (e incluso si el rumor no fuese verdad, de todos modos pronto lo será).
Para cuando leas esto seguramente estaré muerta o en prisión, y lo más triste es que ni siquiera sé lo que es peor. Dime, madre, si es que aún me recuerdas, ¿a qué le tenía más miedo la verdadera yo? Somos todas tan diferentes que ya ni siquiera eso sé.
Creo que la única cosa que tengo en común con cada una de mis muchas vidas, es que en todas me arrepiento de haber venido a San Zacarías.
Hasta siempre,
Minerva (si es que esa soy yo)
15 de agosto de 2023
16 de agosto de 2023
17 de agosto de 2023
Abigail Guerrero es una profesora, investigadora y autora mexicana que escribe dentro de los géneros de terror, fantasía y ciencia ficción. Su trabajo puede ser encontrado en antologías como Un Río de Muchas Voces: Una Antología de Letras del Puerto y Bloodless: An Anthology of Blood-free horror, en el podcast Simultaneous Times, y en las revistas literarias Especulativas, The Voidspace, Toil & Trouble, Cosmic Daffodil Journal, All Existing Literary Magazine, Hearth & Coffin, Exposed Bone y Radon Journal.
Contacto: gailguerrerobooks@gmail.com